Ramana Maharshi

Ramana Maharshi

sábado, 9 de junio de 2012

jueves, 26 de abril de 2012

10 tendencias morbosas en el camino espiritual



De forma provisional se pueden señalar estas 10 tendencias morbosas en el camino espiritual, que nos separan de este y que en algunas ocasiones son verdaderos escollos insalvables a superar por el buscador que se considera comprometido consigo mismo, pero a menudo cuesta dejar de lado el autoengaño que ello comporta.


1. Espiritualidad de Comida Rápida:
Mezclar la espiritualidad con una cultura que celebra la velocidad, la multitarea y la gratificación instantánea y el resultado es probable que sea espiritualidad de comida rápida. La espiritualidad de comida rápida es un producto de la fantasía común y comprensible que el alivio del sufrimiento de nuestra condición humana puede ser rápido y fácil. Una cosa es clara: la transformación espiritual no se puede tener en una solución rápida.

2. La espiritualidad de imitación:
La espiritualidad de imitación es la tendencia a hablar, vestirse y actuar como nos imaginamos que una persona espiritual, lo haría. Se trata de un tipo de espiritualidad que imita la realización espiritual en la forma en que la tela de piel de leopardo imita a la piel real de un leopardo.

3. Motivaciones confusas:
A pesar de que nuestro deseo de crecer es genuino y puro, a menudo se mezcla con otras motivaciones, entre ellas el deseo de ser amado, el deseo de pertenecer, la necesidad de llenar nuestro vacío interior, la creencia de que el camino espiritual nos liberará de nuestros sufrimientos, y la ambición espiritual (el deseo de ser especiales), ser mejor que, y ser “el elegido”.

4. Identificarse con las experiencias espirituales:
En esta enfermedad, el ego se identifica con nuestras experiencias espirituales y las toma como propias, y empezamos a creer que estamos encarnando ideas que han surgido dentro de nosotros en determinados momentos. En la mayoría de los casos, no dura indefinidamente, aunque tiende a perdurar por largos periodos de tiempo en los que se creen iluminados y/o que funcionan como maestros espirituales.

5. El Ego Espiritualizado:
Esta enfermedad ocurre cuando la propia estructura de la personalidad del ego se mezcla arraigada y profundamente en conceptos espirituales e ideas. El resultado es una estructura del ego que es “a prueba de balas.” Cuando el ego se espiritualiza, somos invulnerables a la ayuda, nueva información o retroalimentación constructiva. Nos convertimos en seres humanos impenetrables y estancamos nuestro crecimiento espiritual, todo ello en nombre de la espiritualidad.

6. La producción en masa de los maestros espirituales:
Hay una serie de tradiciones espirituales de moda en la actualidad que producen personas que se creen estar a un nivel de iluminación espiritual, o maestría, que está mucho más allá de su nivel real. Esta enfermedad funciona como una cinta transportadora espiritual: ponte en este resplandor, consigue aquella visión, y bam! Estás iluminado y listo para iluminar a otros en forma similar. El problema no es que estos profesores instruyan sino que se presentan como si hubiesen alcanzado la maestría espiritual.

7. El orgullo espiritual:
El orgullo espiritual se produce cuando el practicante, a través de años de esfuerzo, en realidad ha alcanzado un cierto nivel de sabiduría y usa ese logro para justificar el cierre a más experiencias. Una sensación de “superioridad espiritual” es otro síntoma de esta enfermedad de transmisión espiritual. Se manifiesta como una sutil sensación de que “yo soy mejor que otros, más sabio, y por encima, porque yo soy espiritual.”

8. La mente del grupo:
También se describe como pensamiento de grupo, la mentalidad de culto, o la enfermedad de ashram, la mente de grupo es un virus insidioso que contiene muchos elementos de la codependencia tradicionales. Un grupo espiritual tiene acuerdos sutiles e inconscientes con respecto a la forma correcta de pensar, hablar, vestirse y actuar. Los individuos y los grupos infectados con “mente de grupo” rechazan los individuos, las actitudes y circunstancias que no se ajusten a las normas a menudo no escritas del grupo.

9. El complejo del pueblo elegido:
Es la creencia de que “Nuestro grupo está más evolucionado espiritualmente, es más potente, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro grupo”. Existe una importante distinción entre el reconocimiento de que uno ha encontrado el camino correcto, el profesor adecuado, o la comunidad correcta para sí mismos, y el haber encontrado “al elegido”.

10. El virus mortal: “Yo He Llegado”:
Esta enfermedad es tan potente que tiene la capacidad de ser terminal y mortal para nuestra evolución espiritual. Esta es la creencia de que “he llegado” al objetivo final de la senda espiritual. Nuestro progreso espiritual termina en el punto donde se concreta esta idea en nuestra mente, porque el momento en que comenzamos a creer que hemos llegado al final del camino, un mayor crecimiento se detiene. “La esencia del amor es la percepción”, de acuerdo a las enseñanzas de Marc Gafni, “por lo tanto, la esencia del amor propio es la percepción de uno mismo. Sólo te puedes enamorar de alguien a quien puedes ver claramente (incluido a ti mismo). Amar es tener ojos para ver. Es sólo cuando tú puedes verte claramente que puedes comenzar a amarte a ti mismo”.  Es en el espíritu de la enseñanza de Marc que yo creo que una parte fundamental del aprendizaje de discernimiento en el camino espiritual es descubrir la enfermedad del ego y auto-engaño que está en todos nosotros. Ahí es cuando necesitamos sentido del humor y el apoyo de los verdaderos amigos espirituales. Cuando nos enfrentamos a nuestros obstáculos para el crecimiento espiritual, hay ocasiones en que es fácil caer en una sensación de desesperación y disminución-y perder la confianza en el camino. Debemos mantener la fe en nosotros mismos y en otros, con el fin de hacer realmente una diferencia en este mundo.


fuente: Mariana Caplan, adaptado de Eyes Wide Open: El cultivo de discernimiento en el Camino (a través de ABRAZAR la VIDA de Laura FOLLETÓ)

sábado, 25 de febrero de 2012

NO TENGO QUE HACER NADA



Renunciar a la creencia de actuar separadamente, es felicidad.

Sri Bhagaván Ramana Maharshi usó el siguiente ejemplo:
¿Para qué llevar tu fardo en la cabeza cuando estás viajando en un tren? El tren te lleva a ti y también tu fardo. No importa si el fardo está sobre tu cabeza o en el suelo del tren. No estás reduciendo el peso del fardo al llevarlo sobre la cabeza, sino sólo esforzándote innecesariamente. Similar es el resultado de tu sentido de hacedor en el mundo.
En cierto modo el ego vendría a ser eso: la creencia de que se puede ser separado y hacer cosas separadamente, tomar decisiones separadamente, recibir beneficios o perjuicios separadamente, etc. Sin embargo, ¡qué esfuerzo y ansiedad innecesarias! Quien confía en la Gracia, puede dejar en manos de la Divinidad todas sus cargas y ser feliz envuelto relajadamente en el Resplandor de la Gracia. En este audio una de los cientos de similitudes de las enseñanzas vedicas con Un Curso de Milagros




Extraído de: UN CURSO DE MILAGROS DE ESPAÑA

NO TENGO QUE HACER NADA
Cap 18- VII Un Curso de Milagros. (Una forma de Vedanta Cristiano)

miércoles, 11 de enero de 2012

DIÁLOGOS DESENFADADOS

DIÁLOGOS DESENFADADOS
partes del capítulo "Diálogos desenfadados", del libro "Guru Ramana", de S. S. Cohen

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EL QUE SÓLO CREÍA EN UN DIOS IMPERSONAL

El Dr. H., que formaba parte de un pequeño grupo de americanos que vinieron en febrero de 1936 a pasar unas semanas en el áshram, le preguntó a Sri Maharshi si existía un Dios personal.

BHAGAVÁN: Sí, Íshvara.

Dr. H: (Sorprendido.) ¿Ah, sí? ¿Con ojos, nariz, orejas y todo?

BHAGAVÁN:
Sí. Si tú tienes todo eso, ¿por qué no lo va a poder tener Dios?

C.: Cuando leo en la Cábala y en los Puranas que Dios tiene todas esas partes del cuerpo, me da la risa.

BHAGAVÁN: ¿Y no te da la risa al mirarte en el espejo y vértelas tú?

***

EL HOMBRE DE NEGOCIOS

Poco después, el Dr. H. regresó por su cuenta para pasar unos días en el áshram. Le habían hablado de lo sagrado que era el monte Arunáchala, de la cantidad de siddhas (santos con poderes psíquicos) sin cuerpo físico que habitan en él en el cuerpo astral y que, según dicen, a veces se les aparecen en forma física a algunas personas privilegiadas. La última noche, tal y como le confesaría más tarde a un amigo, se empecinó en pasarla en el monte esperando, en el fondo, encontrarse con uno de ellos. Pero como no estaba familiarizado con las dificultades del terreno durante la noche, seguía deambulando por el monte mucho después del amanecer.

Sri Bhagaván, que en aquellos días se ocupaba especialmente de los recién llegados, sobre todo si eran occidentales, lo echó en falta y, al ser informado de que lo habían visto subir al monte por la noche, envió inmediatamente en su busca a un grupo de devotos con lámparas de gas. Finalmente, encontraron al amigo americano y lo acompañaron hasta el áshram, a pie del monte.

Cuando entró en la sala, estaba agotado y con la ropa completamente mojada por la llovizna que había caído durante su caminata. En la sala sólo había una silla de caña, justo enfrente del sofá de Bhagaván, y ahí se sentó y empezó a relatar su aventura por el monte. Al acabar, miró a Bhagaván y le dijo con inocencia:

AMERICANO: ¡Ay, Maharshi! ¡Qué agradecido te estaré si me das la iluminación!

BHAGAVÁN: ¡Uy, uy!

AMERICANO: ¡En serio! Me harías tan feliz. Me voy mañana y siempre estaría pensando en ti.

BHAGAVÁN: (Se le escapó una risa cariñosa.) No te vas a marchar nunca.

AMERICANO: (Muy asustado porque se figuró que el Maharshi iba a servirse de siddhis para evitar que se marchara.) ¿Cómo? ¡Claro que me voy a marchar! Tengo cosas muy urgentes que hacer en Estados Unidos. Tengo preparado el pasaporte y reservado el pasaje. Lo tengo todo preparado para mi viaje de regreso. ¿Qué quieres decir con que no me voy a marchar?

BHAGAVÁN: (Se le escapa una risa.) No te vas a marchar porque nunca has venido. Lo único que se ha movido han sido el coche, el barco, el tren y todo eso, pero tú lo único que has hecho ha sido estar sentado hasta que apareciste aquí.

AMERICANO: (Dando un suspiro de alivio.) ¡Ah, bueno, a eso te refieres!

***

EL FILÓSOFO

Abril de 1943

Un adolescente, sonrojado y con voz débil y temerosa, preguntó: «Suami, ¿conseguiré ver a Dios en esta vida?...».

BHAGAVÁN: (Con una sonrisa llena de cariño.) Primero dime quién es ese «yo» de tu pregunta. ¿Quién es, qué es y dónde está Dios, y qué es lo que quieres decir con «vida»?

El joven bajó la mirada y se calló. Entonces, desde el fondo de la sala, se acercó corriendo un hombre mayor, sacó un lápiz, escribió una pregunta en un trozo de papel y se la entregó al Maharshi. Al leerla, a Bhagaván se le dibujó una enorme sonrisa. Era una pregunta sobre el tiempo y el espacio.

BHAGAVÁN: ¿Puedo saber quién hace esta pregunta? ¿El espacio, tú mismo o el tiempo?

VISITANTE: Yo, por supuesto.

BHAGAVÁN: ¿Sabes quién es ese «yo»?

VISITANTE: (Después de pensárselo un poco.) Deje para los filósofos esa pregunta sobre el «yo» y responda a mi pregunta.

VOZ: ¿Cómo? ¿Es que el tiempo o el espacio le importan más a usted que usted mismo?

BHAGAVÁN: (Al ver que el visitante se había quedado perplejo.) Todas esas cuestiones son superfluas. Lo que siempre debes tener en mente es que no hay cuestión alguna que se pueda resolver sin el conocimiento del Ser. Cuando uno toma conciencia del Ser, todo está claro y quedan resueltos todos los problemas.

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EL ESCÉPTICO

2 de abril de 1937

Esta tarde ha venido a pasar unas pocas horas un periodista polaco muy atareado que quería que se le mostrara la Verdad de la forma más clara posible en ese corto espacio de tiempo.

POLACO: He leído en sus libros que cada cual debe descubrir la naturaleza de su propio «yo» para poder conocer la Verdad, que usted llama Ser. Desde el punto de vista de la biología, yo ya tengo mi propia respuesta para esa cuestión de la propia identidad, pero lo que quiero saber es quién es usted, que habla del Ser y, al parecer, lo ha experimentado. Si otra persona confirma su afirmación y, seguidamente, un millón de personas más, entonces existe la posibilidad de que el Ser exista.

BHAGAVÁN: ¿Es que usted no tiene un yo? ¿Se encuentra usted, entonces, en el terreno de las probabilidades, incluso en lo referente a su propio yo?

POLACO: Así es, uno no puede estar seguro de nada. Ni siquiera se puede probar la existencia de Dios con certeza absoluta.

BHAGAVÁN: Déjese de Dios por ahora. ¿Qué pasa con usted mismo?

POLACO: Quiero una confirmación del Ser.

BHAGAVÁN: ¿Quiere que los demás lo confirmen a usted mismo? ¿Cómo sabe usted que existen los demás?

POLACO: Por mis sentidos.

BHAGAVÁN: Ese «mis» implica el «yo», el cual es el dueño de los sentidos. Usted da por sentado que existe pero, al mismo tiempo, le pide a los demás que se lo demuestren. Asimismo, admite la realidad de sus sentidos, los cuales ven a los demás, pero niega toda realidad. ¿Ve usted cómo se contradice? Lo que sucede es que los demás no existen: no existe una persona que sea «usted». Cualquier persona, aunque se le llame «tú» o «usted», se considera «yo». Hasta la confirmación que usted anda pidiendo a los demás surge únicamente del «yo». El «vosotros» y el «ellos» sólo existen para el «yo», sin el cual no tienen ningún sentido.

POLACO: Si usted tiene razón, ¿qué pasa entonces con el progreso y la ciencia?

BHAGAVÁN: El progreso y la ciencia sólo tienen significado para la mente dotada de percepción. ¿Para quién va a existir el progreso cuando la mente está ausente como, por ejemplo, cuando uno está profundamente dormido y sin soñar o está desmayado? El objetivo de todo progreso y de toda ciencia, según admite usted, es la Verdad, la cual es Inteligencia Pura, el sustrato de la Conciencia de la que brota la mente pensante en la que ésta acaba, finalmente, diluyéndose cuando se alcanza eso que usted llama «Perfección» y a lo que la ciencia aspira. Eso es lo que nosotros llamamos «hacerse consciente del Ser», es decir, tomar conciencia del origen de la mente.